Por: Diógenes Armando Pino Avila
Lo prometido es deuda, había dicho que volvería este fin de semana a Tamalameque y les seguiría contando los aconteceres de nuestra Patria Chica, pues bien, aquí estoy, llegué ayer a eso de las 4 y 30 de la tarde, bajo un sol canicular que hace sudar a chorros, tal vez por eso, o porque llegue con un amigo de La Jagua, no demoré ni un minuto en casa, sino que salimos raudos a Puerto Bocas y después de mostrar al amigo el espejo de aguas del río Grande de la Magdalena y observar como Macho Páez y un grupo de boqueños trataban de montar sobre un tractor un tanque de metal que desde hacia varios años descansaba al lado de la vía y mirar la animación del kiosco de Maradona y el del Martina Pedraza que con estridencia competían emitiendo con estruendo el mismo vallenato, ese que por estos días suena mucho en el Cesar, ese que dice: me gusta, me gusta, y que no tiene ningún mensaje, pero si una excelente rítmica, nos dirigimos a la casa de Yudi Menco y bajo un rancho de palma de vino nos apoltronamos y comenzamos a degustar el burbujeante liquido de unas cervezas bien heladas, para que sirvieran de sedante al calor y bochorno sofocante de la tarde.