–Abuelo, ¿que pasa si se rompe el muro? –preguntó la nieta, mirando con aprensión el torrentoso río Magdalena.
–Se inunda el pueblo –le dijo el anciano.
–¿Y nos ahogamos? –preguntó inocentemente.
–No. –respondió el viejo –yo te sacaría nadando hacia la parte alta.
–¿Y a los demás niños? –inquirió asustada.
–Sus papás los salvarán. –Dijo con poca convicción.
–¿Qué puedo hacer para que no se inunde el pueblo? –dijo la niña con preocupación