Fin de semana en Tamalameque

Autor: Diógenes Armando Pino Avila

Como poeta que soy e iniciado en la historiografìa siempre me ha gustado llamar a mi pueblo con su verdadero nombre histórico "San Miguel de las Palmas de Tamalameque", pues bien, como trabajo en el municipio minero de la Jagua de Ibiríco, me privo del placer de pasar largos ratos con mis coetáneos, por ello los tres últimos fines de semana los tomé y viaje al pueblo caro a mis afectos para tener la dicha de compartir con mis paisanos. Hoy quiero compartir con los tamalamequeros cibernautas mi experiencia de estos tres últimos fines de semana.

El día 5 de julio llegué a Meque a eso de las 4 PM, dejé mi morral en casa y salí a ver con quien hablaba sobre la cotidianidad tamalamequera, pero cual no sería mi frustración cuando encuentro que jóvenes y viejos únicamente hablaban de un tal Chicò y un tal América que se enfrentarían al siguiente día en una justa deportiva.


Parecía que el futuro de nuestros paisanos dependiera del resultado de ese partido de fútbol, infructuosamente traté de conseguir conversación productiva con varias personas pero fue inútil y después de unas 10 cervezas en el centro del poblado decidí extenuado recluirme en casa y me refugié en la lectura de un libro apasionante de la Biblia (Samuel 1 ) y deguste a mas no poder la vida y el desquisiamiento del rey Saul, sus envidias contra David y los abatares inexplicables de la guerra contra los filisteos.

El domingo temprano salí e inicié la búsqueda de un tamalamequero que me contara sobre la actualidad tamalamequera e inquirí a cuantos me encontraba en mi camino sobre la realidad del pueblo, todos me miraban como un bicho raro y algunos me cuestionaron por no saber que ese día precisamente "era el día", en fin seguí la corriente del populacho y me fui a casa a leer de nuevo la biblia Samuel 1, sorprendiéndome enormemente de David, el jóven cuidador de ovejas, de acertada puntería quien dió fin a Goliat con una pedrada certera que salió rauda de su honda, ese David el guerrero --todavía no era rey-- le hacia a Jehová unas ofrendas algo raras a la luz del siglo XXI, pues ofrecía docientos prepucios de incircuncisos, es decir de filisteos. Se volvía odioso el muchachito por andar capando filisteos a diestra y siniestra ofreciendo el forrito de piel ese que recubre el adminículo que la natura nos dio a los hombres para deleite y pleito de las mujeres.

En la tarde de ese domingo el tedio me mataba y decidí salir de mi encierro y ver que pasaba en el poblado, encontré que jóvenes y adultos se sentaban juiciosamente en un establecimiento público y otras en casas de amigos y departían eufóricamente unas cervezas y otros botellas de OLD PARR, con las caras cuadradas frente al televisor donde transmitían el partido de fútbol, ya se me había olvidado que ese día "era el día", me volví a casa y remate a Samuel 1 concluyendo su lectura y aprendiendo un montón de cosas sobre los ancestros de Jesús.

Más tarde oí la barahúnda humana de la marcha de los de Nacional, el Millo, Deportivo Cali, y los furibundos del Junior que en marcha de motos, carros y bicicletas vociferaban contra El América y festejaban la ganancia del Chicó. Este espectáculo me hizo recordar al poeta raizal JORGE ROBLEDO ORTIZ y recité uno de sus versos: "siquiera se murieron los abuelos sin ver como afemina la molicie".

El día 12 de julio llegué e hice igual, dejé el morral en casa y salí a la caza de algún paisano con quien dialogar encontré a uno de mis dilectos amigos e iniciamos la charla sobre Tamalameque degustando unas claritas bajo el kiosco de la finada Esther Castaño, me contaba sobre el abandono del pueblo de los cortes permanentes del fluído eléctrico, de los cortes del agua potable, del abandono de la educación, de como se ha descuidado la cultura etc.

Comenzó a llegar amigos generalizandose la conversación y como vi que el tema ya tenía un tinte político con un poco de habilidad le di la vuelta y empecé a plantear la necesidad de que se diera un cambio de actitud y de mentalidad en el tamalamequero, sobre todo en la juventud, pues planteaba que estábamos de espaldas a escenarios de futuro que era el complejo minero de La Loma y La Jagua y ahora el de Michoacan que generaría 15.000 trabajos directos y que había que preparar a nuestros jóvenes en el SENA sobre minería.

También lo de la plantación de palma de aceite que se estaba dando en Tamalameque y de aquel lado del río, frente a Puerto Bocas, pues allí, a mi juicio, había un potencial de trabajo que requería mano de obra calificada y no calificada, que lo que teníamos era que preparar a los jóvenes en ese sector para que se desempeñaran como obreros o técnico de agro.

No podemos seguir esperanzado en la política eligiendo cada 4 años a un tamalamequero que no vive aqui para que sea nuestro alcalde y esperar que nos de empleo, generalmente no da empleo al nativo sino que trae foráneos y los emplea en un claro desprecio por nuestra gente y luego hay que esperar otros 4 años después de una elección, a ver si sale electo nuestro candidato y esta vez si, esperar que cumpla su promesa de trabajo.

Hay que salir, hay que explorar otros horizontes. Uno de los asistentes en una pose sesuda soltó esta perla: "El tamalamequero no come carbón ni corozo, lo que comemos es yuca, hay que sembrar yuca para que nuestro futuro cambie". Quedé atónito con la respuesta y volví a recordar al poeta antioqueño: "Siquiera se murieron los abuelos Sin ver cómo se mellan los perfiles".

Ayer 19 de julio volví a mi pueblo y salí como siempre, busqué a mi dilecto amigo e iniciamos la charla en CAU el bebedero local, nos situamos en la parte de afuera, en la calle, bajo unos frescos maiztostaos sentados sobre unas Rimax y pedimos las consabidas claritas (cervezas en embases pequeños), aqui se nos acercó a saludar varias personas entre ellas una señora que antes de abrazarme le quiño el ojo a otro que estaba a mis espaldas en un acto de insufrible hipocresía, luego vinieron otros que con afecto nos saludaron y uno que pasó en una moto (Gicho Beleño) y al vernos se detuvo a saludarnos, contándonos los pormenores de Antequera, la Bella Villa a la cual le demolieron el colegio para hacer un parque, dejando a los niños del corregimiento a recibir clases en unos galpones o gallineros abandonados en las afueras del villorrio.

Le pregunté por el parque, que si había quedado bonito y si la gente se divertía en el y me sorprendió con la respuesta: No hay tal, imagínate, fundieron una sola placa y cuando se vino la investigación, cortaron la placa a punta de sierra eléctrica para simular las junturas de dilatación pero no alcanzaron a perforarla toda y se les vino una investigación de la Contraloría y la obra está parada hace meses. Remató diciendo: ahora la forraron con saco y parece la tienda de Al Qaeda. Aquí volví a recitar mentalmente al poeta raizal: " Siquiera se murieron los abuelos sin sospechar del vergonzoso eclipse".

Hoy día de la Independencia en que Colombia festeja alborozada la trifulca de los hermanos Morales con un chapetón de apellido Yorente por un florero, lo pasé en la casa leyendo mi biblia y terminé a Samuel 2, deleitándome con el reinado de David y las peloteras familiares, su acto pérfido de quitarle la mujer de nombre Betsabé a su subdito Urías heteo por lo cual el profeta Natan lo amonesta y la historia de Abaslon que da origen a la frase celebre "Absalón, Absalón hijo mio!" mañana en la madrugada vuelvo a La Jagua, pero prometo tenerlos informados de lo que acontece en nuestro querido San Miguel de las Palmas de Tamalameque.

Buenas noches.

Esta historia continúa, pues si Dios me da licencia volveré el otro fin de semana.