domingo, octubre 12, 2008

Lucho Màscara macondiano

Por: Diògenes Armando Pino Avila

Me había comprometido publicar unas notas sobre nuestra cultura y la tenía preparada, pero este acontecimiento que les narro a continuación me impidió hacerlo, la próxima semana Dios mediante lo hare.

Luis Beltrán Ávila Caamaño es un tamalamequero de ese Tamalameque mágico, Macondiano y folclórico que tanto queremos, a Luis Beltrán se le conoce más por el apodo de Lucho Máscara, apodo que le puso un compañero de la escuela primaria por lo feo que era, sobrenombre que desde entonces reemplazó su verdadero nombre y le ha hecho popular.

Lucho Máscara se desempeño por unos pocos meses como guardián de la cárcel municipal, sitio este que se caracterizaba por no tener ningún preso, de ahí que la gente dijera que el único preso era el guardián, razón por la cual el alcalde tomó la decisión de suprimir de la planta de personal ese cargo destituyéndolo.


De ahí en adelante se inventó una forma de vivir lavando juegos de sala en una población dónde hay pocas casas que posean este mobiliario ya que su inmensa mayoría tan solo usa taburetes de cuero que no necesitan lavarse. Otra de las actividades que realiza es la de pintor de brocha gorda, trabajo que ejecuta en los días previos a las festividades de nuestro patrono El Santo Cristo en el mes de septiembre dónde el tamalamequero como un homenaje al Cristo manda a pintar el frente de sus casas.

Como le sobra tanto tiempo entre una actividad y otra, tomó la sabia decisión de desempeñarse como ayudante doméstico en la casa de Náyade Pérez y cuando disgusta con esta viene a mi casa y sin decir nada, ni pedir permiso, comienza a hacer aseo al patio, lava la loza y prepara un exquisito tinto ganándose con esto su comida, luego de un tiempo disgusta con mi esposa y parte a la casa de Josefina Pava y cuando por cualquier circunstancia se resiente con esta, vuelve donde Náyade y así sucesivamente durante todo el año.

Los fines de semana, como se dice en el argot tamalamequero, “suelta la perra” y se pega unas descomunales borracheras de padre y señor mío, en esos días de asueto y parranda la casa de Náyade la de Josefina y la mía permanecen cerradas para que Lucho Máscara no llegue.

Este personaje que bien podría ser un habitante de Macondo, tiene la rara costumbre de inventar palabras, las que los niños y jóvenes tamalamequeros involucran a su vocabulario haciéndolas de uso cotidiano. Menciono algunas de estas que me cayeron en gracia: “chirriquititica” para referirse a una niña o cosa pequeña. No es raro que al pasar trate con cariño y a su estilo a un muchacha piropeándola con un: Adiós “muñerri” que preciosa estás! O al referirse a la parentela se refiera a su “hermandingui, hermandongo o hermandonga.” Creo sinceramente que este personaje y su afán creativo de inventar palabras pondría a prueba cualquier tratado de lingüística y revaluaría las teorías de Ferdinand Saussure o las de Zellin Harris y tal vez echaría por tierra todo el basamento científico de la Gramática Universal de Noam Chomsky.

Lucho Máscara escogió para nacer un día muy especial, se le ocurrió a Guillerma Caamaño parirlo, ni más ni menos que “el día de la raza” y es que no podía ser un día diferente, pues hace 51 años habría de nacer en Tamalameque este singular personaje de raigambre negra como una protesta por los vejámenes que los chaperones hicieron contra los indoamericanos y los negros traídos del África lejana.

Por ello en el día de ayer, desde tempranas horas el pueblo se despertó con el tronar de los voladores (cohetes de pólvora) que explotaban en el aire, indicando que ese día había jolgorio popular en San Miguel de las Palmas de Tamalameque, y a las 10 am se oyó el dum dum de las tamboras y las agudas notas de un clarinete dulce y otros instrumentos musicales de la Banda musical del pueblo que recorrían las calles céntricas en una nutrida caravana dónde paisanos de a pié, en bicicletas, motos y carros acompañaban a Lucho Máscara en una muestra colectiva de cariño para festejarle su cumpleaños.

No se me olvidará jamás la cara de alegría sincera de Lucho y las muestras de afecto de este pueblo que le acompañaba, mientras que otros asomados a las ventanas y a las puertas de sus casas salían a manifestar su cariño con gestos y sonrisas.

El desfile terminó en el centro del poblado y en un sitio llamado CAHU, se congregaron para departir unos tragos y palmearle la espalda cariñosamente a nuestro singular personaje. Confieso llegué de último pero me gocé la fiesta y recogí los más disimiles cometarios tales como que este era un pueblo de ociosos, o que éramos folclor puro, que no desaprovechábamos la ocasión para crear motivos para parrandear, más otros comentarios de resentidos que prefiero no mencionar.

Lo que me quedó claro de toda esta fiesta sui generis fue que a los tamalamequeros nos importa un bledo Uribe y su reforma a la justicia, que a nuestro pueblo le resbala la crisis de la economía mundial, le importa un pito el desplome del Dow Jones o el reviente estruendoso de Wall Street, pero nos manifestamos efusivamente con nuestros coterráneos al brindarle por lo menos un día de felicidad a ese personaje especial que es Lucho Máscara.

Este es el verdadero San Miguel de las Palmas de Tamalameque que Dios lo bendiga por siempre

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Esta es una buena cronica y lo que hizo el pueblo tamalamequero fue cohesionar su tejido humano.

Adelante Pino, no desmayes!

Anónimo dijo...

Hola, me parece que hizo falta, al comentar de éste personaje la jerga generalmente usada, y que muchos de nuestros paisanos universitarios, han tenido en su rington de su celular.
Muy sabiamente fue anunciado su cumpleaños en la red social de Moda (facebook) a la que me uní para felicitarlo. Saludos a todos los paisanos que encontraron el momento propicio para festejar. Definitivamente un personaje, y los homenajes se hacen en vida, hermano en vida.
MARTHA PATRICIA